No me canso de hablar de lo que pasa en el mundo, en el planeta Tierra, ese planeta del cual nosotros somos una luna en órbita. El fútbol mundial muestra equipos de profesionales serios que estudian el trabajo, lo exprimen al máximo, exploran nuevos caminos, inventan, aplican lo que se sabe en diversas disciplinas. Klinsmann tenía nutricionistas, equipo de psicólogos y hasta una persona por cada selección importante exclusivamente contratada para tomar nota de estadísticas. USA tiene un equipo de profesionales del deporte, la psicología, la medicina, la estadística y la informática. Inglaterra, Francia, España, todos van por el mismo camino.
Menos nosotros.
Con la idea egocentrista argentina de que somos los más grandes y tenemos al más grande, una selección de más de € 1.000M juega como un desinflado equipo de la B de Azerbaijan. El grupo de trabajo del Diego es un rejunte de personas, algunos profesionales, otros no, algunos peleados entre sí, otros con ideas contradictorias entre sí, la mayoría de escuelas futbolísticas diferentes. ¿Qué esperan de eso? Ni hablar de los rumores que circulan de que el Diegote sigue con su adicción.
La tabla de la eliminatoria sudamericana es aún más cruda. El primero es Brasil, mezcla de su talentazo de siempre y un equipo medianamente bueno (Dunga no es un brillante pero trabaja). El segundo y el tercero tienen técnicos argentinos: Paraguay y Chile. En el caso de Bielsa en Chile, lo idolatran.
Los sabios siempre dijeron que el fútbol en Argentina es uno de varios fieles reflejos de su sociedad. Están acertadísimos.
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